Martin Buber establece el principio “dialógico” —la presencia sustancial del prójimo— como única posibilidad humana del acceso al Ser.
Este connotado filósofo austriaco emprendió aquí un enfoque antropo-filosófico sui géneris, que es una meditación sobre lo que somos como género y lo que nos espera en caso de no entender nuestra función como seres perfectibles de un proyecto aún inacabado. El pensamiento de Buber constituye un aporte al nuevo humanismo. En contra de un mundo que se ha vuelto inhabitable para el hombre, vio necesario resaltar los valores fundamentales de la vida humana y contribuyó a marcar claramente el origen y el destino de toda la existencia humana. La solidaridad, el respeto por el otro, la tolerancia, la no discriminación y el amor por el prójimo son aquellos valores indispensables que los seres humanos deben recuperar para alcanzar su destino: la comunión con Dios. Sólo el camino del amor y de la tolerancia, vivida en todos los ámbitos de la vida humana (en la familia y en las instituciones civiles) permitirá que el hombre se plenifique, se realice plenamente. Esta visión de comunicación lleva implícita la noción de verdad. Esto quiere decir que, a partir del verdadero encuentro intersubjetivo, los seres vinculados en comunicación no deben mentirse con las palabras. En lo interpersonal hay verdad de encuentro y por ello debe haber manifestación –en los mensajes– de sinceridad. Buber indica una realidad que no ha sido suficientemente abordada por la filosofía clásica. Muestra un camino al iniciar un diálogo con el ser que fundamenta la comunicación inter humana. Estas experiencias de comunicación yo-tú son muy significativas para el que las vive; resultan difíciles de transmitir en palabras, sobre todo en su significado más profundo; marcan un sentido, una dirección en la vida, dan una claridad en el camino de cada uno y una vitalidad para seguirlo..
Las ideas de Buber ayudan a mirar de otro modo la enseñanza de los valores. ¿cómo pensar en impartir cualquier escala axiológica, sino fuera dialógicamente? El logos, sacramento de muy delicada administración, sólo se enseña en diálogo. Para el desarrollo de una axiología dialogada es necesaria la plena confianza en el maestro. Sólo puede enseñar y formar quien inspira confianza. Ha planteado especialmente la cuestión de los diversos tipos de relación de los hombres entre sí y de los hombres con las cosas. La relación sujeto-sujeto constituye el mundo del “tú”, la relación sujeto-objeto constituye el mundo del “ello”. La relación Yo-Tú no se encuentra , como la relación Yo-Ello, en el contexto del espacio y del tiempo. Para Buber, cuando entramos en la relación Yo-Tú, el otro deja de ser una cosa entre las cosas, deja de ser objeto de nuestra percepción o de nuestra experiencia. La relación Yo-Tú es siempre recíproca: el Yo afecta al Tú y el Tú afecta al Yo. Pero este verdadero encuentro, condición de posibilidad del diálogo, se da pocas veces y en forma esporádica. Nos sentimos más cómodos en el mundo del Ello pues es un mundo que ofrece seguridad, satisfacción y que no exige compromisos. En el mundo del Ello somos observadores, experimentadores, y nos valemos de las cosas y de los otros como si fueran instrumentos para nuestras realizaciones. En cambio, los momentos en los que se realiza el Tú nos llevan a peligrosos extremos. Por eso, los juzgamos inquietantes e inútiles. Pero ¿se puede vivir sólo en la forma de relación Yo-Ello? A esta pregunta responde Buber: “el hombre no puede vivir sin el Ello. Pero quien sólo vive con el Ello, no es un hombre”. La filosofía de Martín Buber trata con inusual hondura el problema de nuestra relación con nuestros semejantes, problema ético fundamental y de especial importancia en nuestros tiempos.
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